La dependencia emocional parte I: La dependencia desde el punto de vista del apego.

La dependencia emocional es un patrón de vinculación afectiva desadaptativo, que da lugar a una sintomatología ansiosa que bien podría equipararse con las adicciones: tolerancia, abstinencia, dependencia…etc.

Generalmente, la dependencia emocional se sustenta sobre algunos mitos románticos que esclarecen una relación asimétrica y disfuncional entre las personas que conforman el vínculo. Por ejemplo, “la teoría de la media naranja” o creencias como “el amor todo lo puede” o “quien bien te quiere te hará llorar”.

Normalmente, esta dependencia es más frecuente en personas con baja autoestima, bajo autoconocimiento y baja sensación de autoeficacia, si bien también hay que destacar como factores explicativos el tipo de apego y algunos principios básicos de la psicología del aprendizaje.

En este post, me voy a detener en explicar cómo se forma y mantiene la dependencia emocional desde la teoría del apego.

En cuanto al tipo de apego, en un post anterior expliqué los diferentes tipos de apego en la infancia y cómo se relacionaban entre ellos en la edad adulta: https://martaprat.es/el-apego/

Así pues, las relaciones de mayor dependencia se dan entre personas con un apego ansioso y un apego huidizo. Sabemos que ambos tipos de apego proceden de una vinculación ineficiente durante la infancia, la cual genera inseguridad en uno mismo e irregularidades en los patrones de expresión y recepción de afecto.

Las personas con apego ansioso son hipervigilantes, celosas y temerosas. Poseen una baja autoestima que puede ser estable o inestable, pero siempre depende de la aprobación y retroalimentación de la pareja. Estas personas, buscan incansablemente la reaseguración, por parte del otro, de que todo está bien en él/ella, en el otro y en la relación. Son personas altamente perspicaces a la hora de detectar estados emocionales en la otra persona, si bien muchas veces tienden a magnificar, exagerar y predecir erróneamente situaciones negativas.

El problema es que esta hipersensibilidad suele fatigar emocionalmente a la persona huidiza, quien rehuye de este tipo de conflictos emocionales y acaba por hacer realidad los temores de la persona ansiosa. De esta forma, se refuerza el estilo cognitivo de la persona con apego ansioso, a la que su cerebro rápidamente le dice: “¿Ves? Tienes que estar atento/a para que no te hagan daño”. Error nº1.

Pero, ¿qué pasa cuando el ansioso, en su hipervigilancia patológica, no halla nada de lo que tenga que preocuparse? Pues que del mismo modo, se refuerza (refuerzo negativo, esta vez) este sistema cognitivo y conductual y; el ansioso, la próxima vez, seguirá buscando indicios de que todo está bien para aliviar su ansiedad anticipatoria. Error nº2. Tanto si encuentra algo como si no, el mensaje que se dice a sí mismo es equivalente: “tu bienestar, estabilidad emocional y tu autoestima depende de lo que el otro espere y haga contigo”.

En cuanto a la dinámica relacional entre apego ansioso y apego huidizo, a veces también puede ocurrir lo contrario: la persona ansiosa se cansa de “mendigar cariño” en vano y se retira. Esta retirada es vivida con ansiedad por la persona de apego huidizo, puesto que al final su alta autoestima inestable depende de cuánto le necesite la persona ansiosa.

La configuración de su pareja como alguien vulnerable y tierno que no puede subsistir sin él/ella le hace sentir poderoso/a, incrementando su autoestima y reforzando su apariencia de persona autosuficiente, independiente y que no necesita ser controlado/a. Cuando el huidizo percibe la retirada, rápidamente acude de nuevo a buscar su mayor refuerzo. Es aquí donde el ansioso percibe el mensaje más dañino que puede recibir: “puedes controlar al otro cuando te muestras frío, impredecible, cuando te pones una coraza y no muestras tu dolor”. Y no, lamentablemente esto no es así; no tenemos por qué manipular a nadie para conseguir que nos quieran y tampoco reprimir nuestras emociones para conseguir nuestros objetivos porque esto acaba dando lugar a relaciones pasivo-agresivas y, créeme, no nos conviene a nadie.

En el próximo post hablaré sobre cómo se generan y se mantienen este tipo de relaciones desde otra perspectiva diferente aunque también muy relacionada: la psicología del aprendizaje. Además, hablaré de estrategias para mejorar la dependencia emocional y aumentar el amor propio.

Ni el amor es una jaula, ni la libertad es estar solo. El amor es la libertad de volar acompañado, es dejar sin poseer.

Gabriel García Márquez

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