El ser humano tiende a sobreestimar la veracidad y realidad de sus pensamientos y percepciones, pero lo cierto es que la complejidad de nuestro cerebro nos sumerge en un estado de confusión permanente, dando lugar a multitud de distorsiones cognitivas.
Las distorsiones cognitivas son errores que produce nuestra mente a la hora de interpretar la información y están a la base de cualquier alteración psicopatológica o emocional, si bien todos las hemos padecido o podemos padecerlas con más frecuencia de lo esperado.
La Terapia Cognitivo Conductual (TCC) surge de la creencia de que no son los acontecimientos en si los que desencadenan una emoción, sino que son nuestras interpretaciones sobre los hechos los que gobiernan las mismas.
Así, detrás de cada sentimiento (rabia, ira, miedo, tristeza…) se esconde una interpretación, personal y subjetiva (y la mayoría de veces, errónea), que disfraza la realidad y que guiará una conducta acorde a dicha interpretación.
El problema es que muchas veces esa conducta desadaptativa se convierte en un bucle porque viene a reforzar el esquema cognitivo que la originó.
Pongamos el caso de una persona con síntomas depresivos que se encuentra en casa y recibe una invitación de una amigo/a para asistir a una cena de antiguos compañeros. Esa persona, con su autoestima ya desvalijada, tenderá a elaborar pensamientos del tipo «¿para qué voy a ir?, si me llaman por compromiso, seguro que se dan cuenta de lo mal que estoy y acabo solo en un rincón…». La conducta consecuente será, por ende, quedarse en casa con cualquier excusa.
El problema reside en que dicho esquema cognitivo disfuncional es retroalimentado por un sistema de refuerzo negativo; es decir, la persona evita el estímulo temido y su cerebro no tiene la posibilidad de refutar la teoría que había elaborado, por lo que esta se confirma y mantiene.
La depresión, por su parte, se mantiene sobre dos pilares sólidos: la evitación de conductas y de situaciones que podrían ser agradables y la intensificación de los esquemas cognitivos disfuncionales que la originaron.
Si esa persona se hubiera parado a reflexionar sobre si ese pensamiento estaba basado en una experiencia real o únicamente era una proyección de sus miedos y de su baja autoestima, quizás la situación habría sido diferente. Es posible que esa persona se hubiera atrevido a asistir al evento y comprobar que hay gente que valoró su presencia y que pudo disfrutar de los múltiples beneficios del contacto social.
Características de las distorsiones cognitivas
- Son espontáneas, automáticas, involuntarias y muchas veces inconscientes o difíciles de controlar.
- Generalmente se expresan como imperativos categóricos: «Debería», «Tendría que»…
- Son mensajes específicos, concretos y breves pero con una fuerte carga emocional.
- Son aprendidos y mantenidos por sistemas de refuerzo muy potentes y mantenidos en el tiempo, lo que dificulta la modificación de los mismos sin ayuda de un terapeuta.
- Tienden a ser dramáticos y catastrofistas, aunque también son idiosincrásicos y pueden producir reacciones diferentes ante situaciones similares.
- Están a la base de la mayoría de desviaciones emocionales (depresión, ansiedad, fobias…), aunque todos, en mayor o menor medida, las hemos tenido.
- También se han relacionado con «las falacias lógicas» ya que se trata de un fallo en el procesamiento de la información, lo que se vincula con la racionalidad y el pensamiento crítico.
¿Cómo acabar con las distorsiones cognitivas?
A pesar de que no podemos ser totalmente racionales e inequívocos durante todo el tiempo, sí que podemos aprender a detectar nuestras distorsiones y a modificarlas por otros pensamientos más racionales.
La llamada reestructuración cognitiva es una eficaz técnica de psicoterapia que ayuda al individuo a detectar dichas distorsiones y a darse cuenta de cómo éstas influyen en sus emociones y en su conducta.
Así, la tarea del terapeuta consiste en ayudar al paciente a identificar sus «atajos» cognitivos y a modificarlos por pensamientos alternativos más realistas, reelaborando juntos nuevas formas de interpretación de la realidad.
Estas nuevas interpretaciones facilitarán la elección de conductas más adaptativas que puedan corroborar este nuevo estilo cognitivo, extinguir antiguas creencias y, en definitiva, proporcionar al individuo mayor calidad de vida.
Y es que en el mundo traidor nada es verdad ni mentira: todo es según el color del cristal con que se mira.
Ramón de Campoamor