¿Se trata de envejecimiento normal o estamos ante la antesala del Alzheimer?
El proceso de envejecimiento es un fenómeno natural y universal que afecta a todos los seres vivos, asociándose de forma genérica a una declinación de las funciones fisiológicas y cerebrales.
Sin embargo, este proceso no se manifiesta de un modo homogéneo ni afecta a todos los seres humanos de la misma forma. El proceso de envejecimiento, en general, implica cambios cerebrales que causan modificaciones en el funcionamiento cognitivo.
Existen capacidades cognitivas que se hallan mayoritariamente preservadas, tales como el funcionamiento verbal; en detrimento de la memoria, las habilidades visuo-espaciales y la velocidad de procesamiento, donde se atisba mayor grado de deterioro.
El concepto de Deterioro Cognitivo Leve (DCL) emerge ante la necesidad de clasificar y explicar un estado fronterizo entre el envejecimiento normal y el patológico. Así, Patersen (2008) define este término como un estado transicional entre el envejecimiento normal y la demencia, que no llega a considerarse como tal puesto que la funcionalidad está preservada.
En este sentido, son varias las investigaciones que demuestran la comorbilidad evolutiva entre DCL y demencia, poniendo de manifiesto la necesidad de una intervención temprana. No obstante, el DCL, en sí mismo, debe considerarse como una condición patológica y no como un proceso evolutivo típico asociado a la edad; y así lo ha manifestado el DSM en su última revisión (DSM V, 2013), con su inclusión del Trastorno Neurocognitivo Menor.
Actualmente, se conocen cuáles son los factores de riesgo y de protección en el desarrollo de DCL, así como cuáles de ellos predisponen a un deterioro más severo, con posibilidades potenciales de derivar en una demencia.
El solapamiento sintomático, evolutivo y diagnóstico aún existente entre ambas entidades nosológicas radican también en su abordaje terapéutico. En este sentido, se han intentado probar con los mismos fármacos usados en el tratamiento de la demencia tipo Alzheimer, siendo los resultados poco favorables. Los estudios más recientes en este campo coinciden en señalar que el éxito terapéutico recae sobre el control de los factores de riesgo y sobre los programas de estimulación cognitiva.
Así pues, la estimulación cognitiva hace referencia al conjunto de técnicas y estrategias terapéuticas encaminadas a la optimización de las funciones cognitivas, mediante el uso de estrategias de compensación cerebral y reserva cognitiva capaces de potenciar la neuroplasticidad y la capacidad de aprendizaje. Actualmente, se puede realizar estimulación cognitiva mediante las llamadas «fichas de lápiz y papel», pero también han ido ganando mucha importancia las llamadas Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TICS).
En cuanto al control de los factores de riesgo, destacan la práctica de ejercicio regular así como una dieta mediterránea, equilibrada y alta en ácidos grasos Omega-3.
Teniendo en cuenta que no existe un tratamiento eficaz hoy en día frente al Alzheimer, tan importante es una detección precoz como una intervención multidisciplinar, donde se aborden los factores de riesgo y se promuevan los factores de protección adecuados frente a estas enfermedades. Debemos tener en cuenta que el DCL, aunque no siempre desemboque a un Trastorno Neurocognitivo Mayor, sí supone una probabilidad mayor de desarrollarlo.