¿Qué es el apego?
El apego es un vínculo emocional intenso y duradero que se genera entre dos personas y que se refiere a la necesidad de mantener un contacto más o menos próximo con los demás.
El apego no es algo específico de la raza humana, aunque sí es común a todas las personas, a pesar de que cada uno tenga unas necesidades afectivas propias y una forma concreta de expresarlas.
El apego se forma en la niñez a través de la interacción con nuestros cuidadores, principalmente de la madre. La principal finalidad de este vínculo es dotar al bebé de seguridad, protección y consuelo ante la presencia de una amenaza externa y hacerle comprender que la expresión de nuestras necesidades (fisiológicas o afectivas) trae consigo una respuesta consistente y precisa.
Un apego seguro en la infancia correlaciona con una autoestima alta y estable en la edad adulta, relaciones sociales y afectivas de calidad y facilidades en la consecución de los objetivos personales.
John Bobly fue el primero en estudiar este fenómeno, creando la teoría del apego. Su teoría postulaba el apego como una relación cuya meta era la búsqueda de dichos elementos de seguridad por parte del bebé, siendo un mecanismo biológico e innato.
Más adelante, Mary Ainsworth diseñó un experimento para estudiar el apego infantil y establecer una clasificación de los mismos. El experimento, titulado “la situación extraña” consistía en situar en una habitación a un bebé con su madre, de forma que la madre debería abandonar al bebé y después regresar a la habitación. Por otro lado, se introducía en la escena a un extraño, que también entraría en la habitación para tratar de interactuar con el bebé.
¿Qué tipos de apego existen?
La tipología del apego se establecía en función de distintas variables: la reacción del bebé al ser abandonado, la actitud del bebé con el extraño/a y la actitud del bebé al reencontrarse con su madre.
Así pues, las categorías de apego que establecieron fueron las cuatro siguientes:
- Apego seguro: El bebé llora cuando la madre se va e intenta por todos los medios no ser abandonados. Al encontrarse solo, su conducta de exploración disminuye y se presenta reacio a interactuar con el extraño. Cuando la madre vuelve, se muestra consolado por su retorno y acepta fácilmente el cariño de ésta. Estos niños, en la edad adulta, son menos propensos a sentir dependencia emocional, suelen tener una autoestima alta y facilidades para relacionarse con los demás.
- Apego inseguro-resistente o ambivalente: Se caracteriza porque la conducta materna es inconsistente, ambigua o imprecisa -esto es, a veces la madre atiende las necesidades del niño, pero otras no-. El resultado en el bebé es que éste no entiende o no sabe qué esperar de la madre, lo que le lleva a sentir indefensión y desconfianza frente al exterior. La conducta se caracteriza porque el bebé siente ansiedad cuando la madre desaparece, pero después se muestra muy reacio a “reconciliarse” con ella, rechazando los intentos de ésta por mostrarle su afecto durante el retorno. La conducta frente al extraño es, igualmente, esquiva e insegura. Durante la edad adulta, este tipo de apego se caracteriza por relaciones de mucha dependencia emocional, baja autoestima, baja asertividad y dificultades en la expresión de estados emocionales y en la consecución de objetivos personales.
- Apego inseguro-huidizo o evitativo: En este tipo de apego, el niño tiende a no buscar la seguridad y la protección en la figura de apego, sin mostrar ansiedad o miedo cuando la madre desaparece. En cuanto a la conducta con el extraño, no suelen mostrar rechazo. Cuando la madre regresa, se muestran indiferentes y evitan el contacto con ella. Esto ocurre debido a que la figura de apego se ha configurado como incierta e insensible, lo que puede conducir a la evitación como medio de protección. Durante la edad adulta, estas personas tienden a rehuir de los compromisos y a alternar multitud de parejas sexuales. Escondidos bajo un falso telón de seguridad, estas personas suelen ser inseguras, autorrepresivas, frías y distantes. Muchas veces, suelen ser un “imán” para las personas con apego ansioso, lo que genera una situación de co-dependencia bastante desgastante para ambos debido al desequilibrio en los patrones de expresión y recepción de afecto.
- Apego desorganizado: Este tipo de apego es el menos prevalente de todos y se caracteriza por una mezcla de los dos anteriores. Generalmente se suele dar en situaciones de violencia intrafamiliar y maltrato. Las conductas mostradas por las figuras de apego son intranquilizadoras pero ambivalentes, por lo que suelen causar estados emocionales extremos y cambiantes en el bebé, dependiendo del contexto. Los bebés se encuentran ante el aclamado «dilema biológico«: se sienten indefensos y necesitan a su figura de apego, pero el temor que sienten hacia la misma les lleva a generar rechazo.
¿Cómo se manifiestan los tipos de apego en la edad adulta?
En cuanto al apego adulto, a día de hoy existe consenso acerca de la existencia de tres tipologías marcadas: el apego seguro, el apego ansioso y el apego evitativo. Así los individuos que encajan en cada uno de estos estilos se diferencian en varios puntos:
- Sus ideas sobre intimidad y relación.
- La manera de reaccionar frente a los conflictos interpersonales.
- La actitud frente a las relaciones sexuales.
- La capacidad para expresar sus necesidades emocionales y sus deseos.
- Las expectativas que se tienen sobre la pareja y la relación.
Además, el tipo de apego determina nuestra percepción de nosotros mismos como individuos (y en relación con los demás), el grado de ansiedad o temor al abandono y el grado de evitación del compromiso.
Es por ello que es de vital importancia educar a los padres en la creación de un vínculo seguro con sus hijos. Por otro lado, si crees que tus conflictos interpersonales y afectivos pueden estar relacionados con tu tipo de apego, no dudes en buscar ayuda de un profesional para que te ayude a lograr salir de esa espiral y a lograr la paz y el amor en ti y en los demás.